miércoles, 22 de septiembre de 2010



2 U L T I M A S 2

DE LA TEMPORADA

( ¡reserven, reserven! )

“Nada es tan divertido como la desgracia.”
Samuel Beckett
Aquel día algo cambió.
Dejaron de ser tres hombres afectados y perseguidos por las combinaciones escurridizas del dolor. Una leve variación se ramificaría en irreversibles mutaciones acaparando cada variante de la deformación rutinaria hacia la transfiguración; la razón última de lo humano.
En su solitaria desesperación deciden arrojarse al abismo de lo posible. Recrear en atávica y arcaica manipulación la fórmula elemental de lo que alguna vez fue la vida: completarse con la mujer que falta. Y en esta historia tan extravagante como posible las mujeres son, una vez más, lo más preciado.

Oliverio Coelho arroja su novela Los Invertebrables en una botella que es recogida por el T.I.T para devolverla al mar de la teatralidad.
Es en el teatro donde se desdobla la certeza en sucesivas introspecciones hasta ser reducida al absurdo: el grado más respetuoso de la lengua.

Ficha Técnica temporada 2010

 
Con las actuaciones de Gustavo Durán, Guillermo Hönig, Sergio Ponce, Maximiliano Paz y Grace Clulow bajo la dirección de Ana Cinkö y Raúl Zolezzi el T.I.T. (Taller de Investigaciones Teatrales) pone en escena la novela LOS INVERTEBRABLES de Oliverio Coelho en un espacio que ha sido especialmente intervenido para esta pieza teatral.
El equipo de trabajo se completa con la voz en off de Guillermo Piro, escenografía de Bea Blackhall, vestuario de Anna Doktoriková, luces de Claudio Beiza  y  sonido por ZZZ  (con fragmentos de: K. H. Stockhausen, J. Hendrix, PIL, G. Scelci, The Residents y  F. Zappa)


El trabajo cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes

Lugar temporada 2010

Las funciones se realizaran a las 21 hs. (puntual) los días: sábados 2, 9, 16, 23 y 30 de octubre, viernes  6, 13, 20, 27 y sábados 7, 14. 21, 28 de noviembre en CHILAVERT RECUPERA. OFICINA DE CULTURA ubicada en Chilavert 1136 –CABA- (a una cuadra de Av. La Plata 2300 entre Av. Caseros y Av. Chiclana) 

Reservas temporada 2012 - HastaTrilce Teatro

Clickeando en la siguiente dirección de correo electrónico siteatral@hotmail.com

o dejando tu reserva en "comentarios", al pie de esta entrada, aclarando la cantidad de entradas, a nombre de quién se reservarán y tu dirección de correo electrónico para enviarte la correspondiente confirmación.

martes, 21 de septiembre de 2010

El Autor: Oliverio Coelho

"Lo veía más próximo a un irresponsable experimento beckettiano, proyectado en una nebulosa atemporal y barroca."
Nota: Por e xpreso pedido de Oliverio fueron omitidos de su biografía premios y distinciones (entre otros datos) pues según sus propias palabras "Invitan a un pensamiento burocrático".


Oliverio Coelho nació en Buenos Aires, en 1977. Fue editado en Argentina, en España y en México.
Pu blicó las novelas Tierra de vigilia (2000), Los invertebrables (2003), Borneo (2004), Promesas naturales (2006), Ida (2008) y el libro de cuentos Parte doméstico (2009). Realizó residencias para escritores en México y en Corea del Sur. Producto de esta última es Ji-do (2009), una Antología de narrativa coreana contemporánea. Actualmente escribe sobre novedades editoriales en la revista Inrockuptibles.
A continuación reproducimos un diálogo entre los escritores Maximiliano Crespi y Oliverio Coelho a propósito del proceso de producción de un proyecto narrativo singular en las letras argentinas contemporáneas.

DIÁLOGO INCONCLUSO [con Oliverio Coelho]
miércoles, diciembre 24, 2008 | Publicado por Crespi |

M.C.: – ¿Qué es lo que te inclinó –si es que creés se puede encontrar una “causa” en la elección de una poética de género– por la ficción futurista? ¿Cómo fue que concebiste el proyecto (fuera o no trilogía por entonces) de escribir una saga en esa clave? Y ¿por qué finalmente esa trilogía futurista en términos de una humanidad “involutiva”, para decirlo en una lengua extranjera?
O.C.: – Al principio no hubo una elección. Mientras escribía Los invertebrables más bien me encontré inmerso, por azar, en una poética que había buscado en otras ocasiones fallidamente y que en ese momento, entre las cuerdas, tanto por la situación del país como por los años invertidos en la escritura inútil de una larga novela nunca publicada, se presentó como única alternativa. Lo veía más próximo a un irresponsable experimento beckettiano, proyectado en una nebulosa atemporal y barroca. Y cuando empecé Borneo sí hubo una elección poética y tenía conciencia de que entraba en los límites de un género, al que había adoptado por casualidad. La elección, en este caso, se fundaba en la posibilidad de expandir un lenguaje cautivo, fuera del tiempo, que en el realismo no terminaba de resolverse literariamente. Supongo que los términos de humanidad involutiva puestos a punto en la trilogía se deben a un pesimismo personal. La impresión que tengo sobre nuestro presente no es muy alentadora. Quizás sea mucho más simple: cualquier escritor está incómodo e inconforme con su época y lucha contra la inercia en sus libros.
M.C.: – A propósito, de esto. Hay una impronta bastante fuerte hacia la estética del “comic” en la trilogía. Te lo habías propuesto o creés que es una relación que atañe más bien al género mismo en que se inscribe el trabajo?
O.C.: – No, no me lo había propuesto, pero percibo, sobre todo en Promesas naturales, un imaginario que sólo puede ser puesto en escena por el lector, recurriendo a una plasticidad propia de la animación. En la animación y el comic la eficacia de las proyecciones a futuro creo que también está sujeta a la suspensión del tiempo. Quiero decir, sin esa suspensión, no hay verosímil.
M.C.: – Llama la atención, en una atmósfera tan “pos-política” (en el sentido en que lo “político”, como lo entendemos hoy en día, aparece construido sólo desde un remanente referencial que más que nada parece convocado a señalar lo nacional como prehistórico) la presencia real, agobiante, del Estado casi hasta el punto de definir esas sociedades como sociedades de control… y sin embargo, digo, a veces parecen presentarse zonas que quedan “fuera” del Estado o de su injerencia… ¿en qué sentido es pensable ese afuera (más allá, claro, de una inconsolable nostalgia por las formas políticas de la modernidad), es decir, frente o en un contexto en que el Imperio parece ya no tener afuera?
O.C.: – Bueno, la existencia de un afuera es también el punto de fuga de un Estado que es sólo lo que deja suponer de sí, la parte visible –mentalidad exponenciada en mis personajes– que encarna el todo, ya que por dentro es una máquina oxidada y averiada, más parecida a un hospicio. Alberga peluquerías, gimnasios, donde merodean todo tipo de criaturas vanidosas que ejercen la función pública, que ya no es pública sino mímica y virtual, pues todos se guían por mapas y estadísticas, es decir, notas de informantes, sustracciones incontrastables de la realidad con enormes dosis de absurdo. En ese sentido, lo pospolítico es lo pos nacional, y más todavía, lo pos peronista. La presencia agobiante del Estado, vía la sanción científica que cuantifica y cualifica al individuo –que a la vez vive simétricamente encerrado a un funcionario, pero con el terror de ser deportado a una zona de rehabilitación, una especie de basurero humano–, vela su enorme disfuncionalidad, o su operatoria escatológica. En ese sentido, el afuera no es determinable, es simplemente una zona forzada de libertad y politización, un lugar sujeto a su propia historia, en este caso los refugios. Un afuera hermético, más real que el adentro, donde el deseo no importa la posible marca de un humano fallado. Para el Imperio hoy en día ese afuera hermético, el fantasma de lo político –y va más allá del signo político en un mundo subrepticiamente despolitizado en el tráfico de información–, es el mundo árabe, como en otro momento lo fue Vietnam.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Sobre la novela homónima

15/10/2008

Los invertebrables

Por P Z O. G.


los invertebrables
Qué pólvora he descubierto para escribir sobre una nouvelle publicada hace cinco años. Ninguna, y peor, no existe tal alquimia de promesa explosiva, al menos, en la literatura que –ni baja, ni alta- reconoce acercamientos esquivos desde coordenadas espaciales o futuristas, provenientes más de los tiempos evocados que por los anticipos de baraja. Los invertebrables de Oliverio Coelho fuga, sin ser esquiva, a la retención mnemotécnica del correcto decir de un lector preformado (construcción en seco, hachazo en moluscos de una ría infecta de banalidades). Habrá quien, al advertir la fecha de edición (2003), suponga que su escritura fue en plena crisis devaluatoria signada por la volatilidad de las figuras presidenciales. Momento difícil de recordar íntegramente, pero histórico por secuelas inconmovibles: definitiva, dejó el magma de la miseria invadiéndolo todo, lenta, tenazmente.
Cualquier docente literario parte del supuesto fabril: quien “sabe” leer puede escribir. Malentendido procaz que sutura las heridas de una conciencia divertida y replegada en un microclima de condiciones estequiométricas, de talleristas capaces de revocar historias, buenas, malas, azuzando temores y vahos de conciencia. Hay, por esto y otras cuestiones no menos laberínticas, un Otro Lado. ¿Cómo lo sabemos leyendo? Por la primera persona que lleva la velocidad del paseo, impúdicamente, levantando el velo tras el que palpita ese ego inflamado e hiperdiscursivo. Es quien escribe, declama, corrige, edita y da a la cuenta: ¿con qué saldará la deuda de lectura que cada página invoca? Con más de sí en la especulación de ese alrededor donde se construyen las limitaciones. El sujeto narrativo (porque es su sed la de Bouvard y Pécuchet) comete excesos en la sucesión digresiva, sin fórmula física, guareciendo la máquina con la que pule el prisma para hacerlo amable y complicarnos. Los impedimentos de la tríada: el malforme, la ceguera, la parálisis, hacen al espíritu que no comulga con lo contiguo más que en una lucha lógica por exceso. La endogamia reproduce en cada frase, en cada selección cuidadosa de la terminología, un saber que nos es común y falaz. ¿Dónde está el engaño sino en el ansia por la trascendencia? ¿Son dignos esos sujetos de una supervivencia a la mutación del tiempo? Entonces, ¿de qué temporalidad nos embebemos? Porque la lectura se moja y embarra, entorpece el recorrido para conmutar la pena del sentido. Si hay un alma, es contigua, está en la otredad del Otro Lado, en el espacio dividido en dos, en tres, en todas las posibilidades por las que se multiplica la reflexión sobre un probable.

Oliverio Coelho siembra ciertos monstruos vegetales y carnívoros, deja que aniden. Decepción de Samsa al notarse algo distinto a una condena literaria remisa a excelencias. Por fuera (por dentro ocurre otro devaneo) quien enuncia muta, aún así, sutil y coherente, mantiene la grafía en el estilo. Las características del disfraz del personaje decaen, se hacen otras muy distintas, y sin embargo, y sin… Es el saber que asiste a la componenda en un libro que nunca se abre, caja de cenizas respetables capaz de reclamar la adoración absoluta, perdiéndose en el laberinto de la única salida, la del trayecto hacia el sacrificio, pérdida, sin otra reencarnación que la inmutabilidad de los caracteres. Hay fuego como en Goya, pero carente de vuelo, entre esos restos del último momento en que claudica la integridad post humana. El lenguaje sigue en procesión infinita sin nosotros, sin personajes ni historia. Como momento de suspensión y promesa, se trata de una idea columpiándose por encima de toda razón, evitando responsables únicos. Y ahí el escriba, el insomne atravesado por el metrónomo de la decadencia física. Va la lengua de un espectro al otro, de lo posible al defecto de la continuidad humana, que no es abismo sino inutilidad, lujuria quieta o entrega absoluta a la tersura del leer. Sin ciencia, sin enciclopedia, sin ficción capaz de explicar el mundo o el túnel de una supuesta entidad oscura, la literatura argentina tiene otro Oriente, posibilidades para viajar, vagando a pesar de los canónicos instalados que con sed reclaman.
http://www.hablandodelasunto.com.ar